"CON SOLO UNOS COMPRIMIDOS DE AMOXICILINA
PODEMOS COMBATIR LA NEUMONIA
QUE MATA A CASI UN MILLÓN DE NIÑOS AL AÑO"
PODEMOS COMBATIR LA NEUMONIA
QUE MATA A CASI UN MILLÓN DE NIÑOS AL AÑO"
Comprimidos de amoxicilina, un dispositivo portátil para contar las respiraciones y un 'ejército' de trabajadoras sanitarias son los ejes del plan de Unicef para combatir la neumonía, que mata a 900.000 niños al año. En la actualidad, esta agencia de la ONU compra los comprimidos de amoxicilina a seis fábricas (cinco en India y una en Chipre) que cumplen sus estándares de calidad y ofrecen bajos precios: "Estamos buscando otras compañías pero no hay mucho interés porque es un fármaco muy barato que no da muchos beneficios. Producir medicamentos contra la malaria o el VIH resulta más rentable".
De
lunes a viernes, Zinabwa Moges (30 años) se levanta temprano, prepara el
desayuno para su marido y sus dos hijos, de 11 y cuatro años, y va caminando
hasta el puesto de salud de Howolso, una pequeña población de Etiopía situada a
unos 10 kilómetros de Leku. Es una de las 38.000 trabajadoras sanitarias que
atienden a los habitantes de áreas rurales que, hasta hace unos pocos años, al
no tener un centro sanitario al que poder llegar a pie, sólo iban al médico o
llevaban a sus hijos cuando los síntomas parecían graves.
Zinabwa
compagina el cuidado de su hogar con su empleo en el Gobierno, a través del
cual presta servicio a la comunidad desde hace 11 años: "Cada vez más
mujeres etíopes trabajan fuera de casa para buscar ingresos que les permitan
mantener a sus familias", explica esta trabajadora sanitaria, embarazada
de su tercer hijo. "Espero que sea niña porque con tres hombres en casa ya
tengo suficiente", bromea.
Hoy,
sin embargo, será su compañera, Zehara Nuri (34 años), la que se quedará
atendiendo a los pacientes que acudan a este pequeño puesto sanitario (health post, en inglés). A Zinabwa le toca ir de casa
en casa visitando a las familias para comprobar su estado de salud general y,
sobre todo, intentar detectar lo antes posible la enfermedad que más niños mata
en el mundo: la neumonía.
"Con
este sistema de trabajadores sociales nos aseguramos de que la asistencia
sanitaria llega a las personas más vulnerables, que son las mujeres y los
niños", dice esta médico etíope, al
frente del proyecto que la agencia de la ONU para la infancia ha puesto en
marcha en colaboración con la Fundacion FBancaria La Caixa para
detectar precozmente la neumonía y poder reducir así la escalofriante cifra de
muertes. Se estima que más de 900.000
niños menores de cinco años fallecen cada año en todo el mundo por esta inflamación de los pulmones
causada, principalmente, por bacterias o virus.
"EL MAYOR ASESINO DE NIÑOS"
"EL MAYOR ASESINO DE NIÑOS"

Por
eso, las principales herramientas para combatirla son el diagnóstico temprano y la rápida administración
del antibiótico amoxicilina: "El
tratamiento que Unicef promueve para un menor de cinco años consta de 10
comprimidos y cuesta 24 centavos de dólar (20 céntimos de euro). Si tiene más
de cinco años, son 20 tabletas que salen por 42 centavos (35 céntimos)",
detalla Tarekegn. "Resulta muy útil que puedan disolverse tanto en leche
como en agua porque tener agua limpia
aquí es difícil".
Además,
estos comprimidos disponibles desde hace unos cinco años se conservan durante
más tiempo y son más baratos que el jarabe que
se ha venido utilizando durante las últimas tres décadas: "Un frasco de
jarabe cuesta entre 80 centavos y un dolar. Si no lo terminan, las madres
suelen guardarlo para otro de sus hijos pero al no disponer de neveras, el
producto se estropea y cuando vuelven a usarlo ha caducado o ha perdido su
eficacia", señala. Para Unicef, añade, reemplazar la compra del jarabe por
los comprimidos de amoxicilina supuso un ahorro de seis millones de euros en
2017.
"Las
trabajadoras sanitarias de Etiopía son las más cualificadas de África. Su
entrenamiento es el más largo. Lo normal en otros países es que el periodo de
formación dure entre dos y seis meses", repasa Tarekegn. "Es muy
importante que hablen el idioma de la población con la que trabajan. Y como
suelen vivir en la misma zona y son mujeres, las
madres confían en ellas".
El
principal obstáculo para combatir la neumonía es lo difícil que resulta
diagnosticarla en países con recursos tan limitados como Etiopía: "Un niño que tose y
tiene fiebre puede tener malaria, neumonía, tuberculosis o un resfriado. La malaria se detecta con un test rápido. Un
indicador claro de la neumonía es que respire demasiado rápido pero contar manualmente las
respiraciones de un niño no es fácil",
explica.
Finalmente, la luz verde se enciende en el dispositivo,
descartando así que tenga neumonía (si
su respiración hubiera sido anómala se habría encendido la luz roja). Tras
comprobar que sólo sufre un resfriado común, Zehara le entrega a la madre
varios sobres de suero, que envuelve en una servilleta, y le explica
detalladamente cómo tiene que prepararlo. Le dice que vuelva dentro de cinco
días pero, si no mejora, que lo traiga de nuevo de inmediato.
Las
trabajadoras sanitarias como Zinabwa y Zehara son claves para el éxito de su
estrategia. No han estudiado medicina ni son
enfermeras, pero han recibido una formación
de un año para que tengan los conocimientos suficientes para detectar la
enfermedad en sus primeras fases, suministrarles la amoxilicina de forma
inmediata para iniciar el tratamiento lo antes posible o derivarles a un
hospital si la enfermedad está en un estado avanzado.
Cada
día que le toca hacer ronda, Zinabwa visita entre seis y ocho casas. En el
primer hogar en el que pasa consulta durante la jornada en la que la
acompañamos viven una pareja y sus cinco hijos y se cumple la norma más básica para prevenir la neumonía: la zona de estar y el dormitorio están
separados de la cocina y de los animales. La construcción principal es de adobe
y tiene dos habitaciones: la sala de estar tiene unas sillas, una mesa con
platos y algunos cacharros para cocinar y está decorada con fotos del Real
Madrid recortadas de revistas. En el pequeño dormitorio sólo caben las camas
con mosquiteras. La trabajadora sanitaria se sienta con la madre y, con la
ayuda de un libro con ilustraciones sobre temas de salud, va interesándose por
todos los miembros de la familia. En este caso, todos parecen estar en buen
estado.
"En general, muere más
gente por neumonía en zonas rurales que en ciudades porque muchas personas duermen en la misma
habitación en la que pasan el día. Hay excepciones, como Mongolia, donde la
incidencia es mayor en las ciudades porque es un país extremadamente frío en el
que la mayoría de la gente vive en slums, en casas sin
electricidad y muy pequeñas. Su
única forma de calentarse es quemar carbón durante mucho tiempo. En las zonas rurales también lo usan pero las
casas son más grandes", relata Tarekegn.
"UN DIFICIL DIAGNOSTICO"
"UN DIFICIL DIAGNOSTICO"
Para
facilitar el diagnóstico, en el marco del proyecto Ayuda para el Diagnóstico de
una Infección Respiratoria Aguda (ARIDA, por sus siglas en inglés) se han desarrollado tres pequeños dispositivos portátiles para contar
de forma automática las respiraciones de
los niños. Las trabajadoras etíopes están testando uno de los tres modelos
diseñados tanto en sus visitas a domicilio como en los puestos de salud donde pasan
consulta.
Con el dispositivo, la
probabilidad de tener un buen diagnóstico es muy alta y minimiza los casos de
falsa neumonía, evitando el uso de antibióticos en balde. Macoura
Oulare, jefa de salud de Unicef en Etiopía: Cada puesto de
salud da servicio a entre 3.000 y 5.000 personas. Los pacientes -medio centenar
cada día- acuden entre las 8 y las 17.30 horas. Los dos dispensarios que
visitamos son casi idénticos, el de Howolso y el de Furra, sólo se diferencian
por el color de sus paredes. Son pequeñas edificaciones con bancos en el
exterior que hacen la función de sala de espera y dos habitaciones con poca
luz. De las paredes cuelgan folios y cartulinas en los que se anotan los
registros de algunas enfermedades en la comunidad y recomendaciones para la
población. El escritorio de la trabajadora sanitaria preside la primera salita,
con un banco y un par de sillas donde se sientan los pacientes.
En la habitación interior hay estanterías,
archivadores, una desvencijada camilla y una balanza para pesar a los niños.
Ahí encontramos al pequeño Amanuel Tamiru cuando volvemos al dispensario de
Howolso tras hacer las visitas a domicilio. La compañera de Zinabwa Moges,
Zehara Nuri, está pesando a este niño de 16 meses, al que su madre ha llevado a
la consulta porque tenía tos.
Primero le registra en un gran libro en el que
lleva el control de los pacientes, le toma la temperatura y le pregunta a su
madre si ha tenido diarrea mientras ésta le sigue dando el pecho. A
continuación, le coloca alrededor de la cintura el dispositivo para contar sus
respiraciones. Durante toda la consulta está muy tranquilo pero durante el
conteo se mueve y hay que repetir la prueba.
LA LUZ VERDE SE ENCIENDE
LA LUZ VERDE SE ENCIENDE
La
madre, ya aliviada, cuenta que tarda una media hora andando en llegar a la
consulta, y que tiene también una niña de cinco años, que les está esperando
fuera. Se disculpa porque no sabe con exactitud cuántos años tiene y asegura
que siempre que nota algún problema en sus hijos se acerca a la consulta.
"El dispositivo da una
información de calidad y certera. La probabilidad de contar bien las
respiraciones para realizar un buen diagnóstico es muy alta y minimiza los
casos de falsa neumonía, evitando el uso de antibióticos en balde",
sostiene Macoura Oulare, jefa de salud de Unicef en Etiopía.
"El aparato para contar respiraciones no es la
solución al problema pero es una parte de la ecuación. Necesitamos un sistema sanitario con trabajadoras sanitarias que vean
a los niños; disponer de las medicinas y que éstas no sean caras y un centro al
que puedan derivar a los pacientes que lo necesiten", resume Tarekegn.
La
educación de la población es el otro pilar de su plan. Como ejemplo, cita este
caso que vivió durante una de sus visitas a Etiopía: "Estábamos en un
centro sanitario y llegó un niño de 15 meses muy grave, al que pusimos oxígeno
inmediatamente. Los padres aseguraron que estaba enfermo desde hacía unas pocas
horas porque les daba vergüenza decir que llevaba malo varios días. No querían
que pensáramos que eran malos padres".
Aparatos a prueba en Etiopía y Nepal

El
programa de Unicef ARIDA está financiado por la Fundación Bancaria La Caixa
con cinco millones de euros para tres
años y ha desarrollado hasta ahora
tres aparatos que se están siendo probados en Etiopía y Nepal.
El modelo más sencillo está
diseñado para que dure dos o tres años y cuesta 35 dólares si no es recargable
y 40 si puede recargarse. El aparato más sofisticado mide también la saturación
de oxígeno y sale por 250 dólares.
En
Etiopía se están probando un total de 152 aparatos. El estudio realizado
durante la primavera y el verano ha permitido recopilar
datos sobre su utilidad en el terreno y
los resultados preliminares se presentarán en unas semanas al Gobierno de ese
país. En Nepal acaba de empezar un ensayo similar.
Días atrás, la periodista Teresa Guerrero publicó en la sección Papel del matutino "El Mundo" un extenso informe sobre la situación que se vive en la aldea de Etiopia de nombre Howolso, a solo diez kilómetros de Leku, donde una parte de las 38.000 trabajadoras sanitarias atienden a la población etiope, fundamentalmente para intentar detener el ataque de neumonia sobre todo en el ámbito de la población infantil. He aquí la transcripción de ese magnifico trabajo.