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viernes, 20 de junio de 2014

Se recupera la fórmula de fagos desarrollada en la Unión Soviética

LAS  FARMACÉUTICAS PONEN 
PROA HACIA LAS NUEVAS TERAPIAS


Durante la época soviética los antibióticos occidentales no podían traspasar el Telón de Acero, de manera que los médicos de la URSS aprendieron a usar virus para matar bacterias infecciosas. Pronto este método podría implantarse en todo el mundo. FSe recupera la terapia de fagos desarrollada en la Unión Soviética. Tres décadas más tarde -en la actualidad- las multinacionales farmacéuticas han puesto su ojos en todas las terapias "alternativas" a fin de entrar en el "negocio".

      La técnica de curar las infecciones con las mismas bacterias que las provocan se remonta a miles de años, cuando los humanos observaron que el agua de algunos ríos podía curar enfermedades infecciosas como la lepra y el cólera. A principios del siglo XX los científicos descubrieron que esas aguas contienen virus muy específicos que matan a las bacterias causantes de infecciones.

SE PERFECCIONO EN LA URSS

      Lo que actualmente se conoce como "terapia de fagos" se perfeccionó en la Unión Soviética después de la Segunda Guerra Mundial. Pero la medicina occidental se aferró a los antibióticos, que tienen efecto tanto sobre la enfermedad como sobre la salud. Hoy en día, los rápidos avances en la medicina mundial han llevado a la evolución de nuevas bacterias que resisten incluso a las bacterias asesinas.

      "En la reunión de la Sociedad Americana de Microbiología (ASM) celebrada en Boston el mes pasado, Grégory Resch, de la Universidad de Lausana, en Suiza, presentó el proyecto Phagoburn: el primer ensayo clínico multicéntrico de la terapia de fagos para las infecciones humanas, financiado por la Comisión Europea", informa "Nature".

      Una de las más importantes ventajas de la terapia de fagos es que mientras que los antibióticos funcionan de forma indiscriminada, matando tanto las bacterias sanas como las infecciosas, cada tipo de fago se dirige precisamente a un tipo muy específico de la bacteria.

      Es probable que en Estados Unidos la ley que prohíbe patentar genes de origen natural se haga extensible a los fagos. Pero aun así hay esperanza de que la terapia de fagos siga siendo ampliamente utilizada en Rusia, Polonia y Georgia.

      Los fagos podrían jugar un papel importante en el tratamiento de infecciones bacterianas en seres humanos, animales de interés agropecuario y cultivos. La experiencia seguida en varios países hasta mediados del siglo XX, junto con el conocimiento acumulado en la antigua Unión Soviética hasta la actualidad, parecen refrendar su utilidad como agentes terapéuticos específicos y seguros.

      Sin embargo, a día de hoy, su uso choca con la regulación actual, que considera a los fagos en el mismo grupo de agentes terapéuticos que los antibióticos. En este sentido, se argumenta que una solución sería el cambio de regulación de los fagos de “fármacos” a “preparados biológicos”. En cualquier caso, el mayor reto para la expansión de la terapia con fagos pasa por la realización de ensayos clínicos a gran escala de acuerdo con las principales agencias reguladoras europeas y estadounidenses. 

ACCIÓN SELECTIVA

      ¿Qué hace a los fagos tan idóneos? La primera ventaja evidente es su especificidad. Al contrario que los antibióticos, que son de amplio espectro, los fagos están evolutivamente seleccionados para infectar una sola especie bacteriana. En muchos casos, esta especificidad se reduce a una cepa concreta. Este es el secreto de la ausencia de efectos secundarios en los estudios realizados con fagos como terapia. Los fagos son ecológicamente seguros, ya que son incapaces de infectar las células y tejidos de los pacientes.

      El hecho de que sean virus hace que su población se autorregule: si hay bacterias que infectar, los fagos se multiplican; cuando se acaban las bacterias, se acaban los fagos. Este punto implica que las dosis de fago a suministrar son tremendamente pequeñas en comparación con las dosis de antibióticos que se prescriben. Además, los antibióticos son eliminados del cuerpo de forma natural, por lo que su utilización requiere normalmente la administración de dosis regulares. Por el contrario, con los fagos suele bastar una dosis inicial que provoque el inicio de la infección a las bacterias. Finalmente, su producción es sencilla y barata.

      Este último ítem es, probablemente, el agente que estrangula la posibilidad de éxito a la citada terapia: no es negocio para las multinacionales farmacéuticas… hasta que comience a serlo, tal como está sucediendo con la fitoterapia y, lentamente, con la homeopatía, extremo que puede comprobarse en cualquier farmacia de Europa en las que vemos promocionados “productos” –aparentemente no farmacológicos, no convencionales, anotados en lo que llamamos medicina naturopática- de las dos corrientes terapéuticas mencionadas.

      En el y en él, todo es empezar.