LAS FARMACÉUTICAS PONEN
PROA HACIA LAS NUEVAS TERAPIAS
Durante la época soviética los antibióticos occidentales no
podían traspasar el Telón de Acero, de manera que los médicos de la URSS
aprendieron a usar virus para matar bacterias infecciosas. Pronto este método
podría implantarse en todo el mundo. F Se recupera la terapia de fagos desarrollada en la Unión Soviética. Tres décadas más tarde -en la actualidad- las multinacionales farmacéuticas han puesto su ojos en todas las terapias "alternativas" a fin de entrar en el "negocio".
La técnica de curar las infecciones con las mismas bacterias
que las provocan se remonta a miles de años, cuando los humanos observaron que
el agua de algunos ríos podía curar enfermedades infecciosas como la lepra y el
cólera. A principios del siglo XX los científicos descubrieron que esas aguas
contienen virus muy específicos que matan a las bacterias causantes de
infecciones.
SE PERFECCIONO EN LA URSS
"En la reunión de la Sociedad Americana de
Microbiología (ASM) celebrada en Boston el mes pasado, Grégory Resch, de la
Universidad de Lausana, en Suiza, presentó el proyecto Phagoburn: el primer
ensayo clínico multicéntrico de la terapia de fagos para las infecciones
humanas, financiado por la Comisión Europea", informa "Nature".
Una de las más importantes ventajas de la terapia de fagos
es que mientras que los antibióticos funcionan de forma indiscriminada, matando
tanto las bacterias sanas como las infecciosas, cada tipo de fago se dirige
precisamente a un tipo muy específico de la bacteria.
Es probable que en Estados Unidos la ley que prohíbe
patentar genes de origen natural se haga extensible a los fagos. Pero aun así
hay esperanza de que la terapia de fagos siga siendo ampliamente utilizada en
Rusia, Polonia y Georgia.
Los fagos podrían jugar un papel importante en el tratamiento
de infecciones bacterianas en seres humanos, animales de interés
agropecuario y cultivos. La experiencia seguida en varios países hasta mediados
del siglo XX, junto con el conocimiento acumulado en la antigua Unión Soviética
hasta la actualidad, parecen refrendar su utilidad como agentes terapéuticos
específicos y seguros.
Sin embargo, a día de hoy, su uso choca con la regulación
actual, que considera a los fagos en el mismo grupo de agentes terapéuticos que
los antibióticos. En este sentido, se argumenta que una solución sería el
cambio de regulación de los fagos de “fármacos” a “preparados biológicos”. En
cualquier caso, el mayor reto para la expansión de la terapia con fagos pasa
por la realización de ensayos clínicos a gran escala de acuerdo con las
principales agencias reguladoras europeas y estadounidenses.
ACCIÓN SELECTIVA
El hecho de que sean
virus hace que su población se autorregule: si hay bacterias que infectar, los
fagos se multiplican; cuando se acaban las bacterias, se acaban los fagos. Este
punto implica que las dosis de fago a suministrar son tremendamente pequeñas en
comparación con las dosis de antibióticos que se prescriben. Además, los
antibióticos son eliminados del cuerpo de forma natural, por lo que su
utilización requiere normalmente la administración de dosis regulares. Por el
contrario, con los fagos suele bastar una dosis inicial que provoque el inicio
de la infección a las bacterias. Finalmente, su producción es sencilla y
barata.
Este último ítem es, probablemente, el agente que estrangula
la posibilidad de éxito a la citada terapia: no es negocio para las
multinacionales farmacéuticas… hasta que comience a serlo, tal como está
sucediendo con la fitoterapia y, lentamente, con la homeopatía, extremo que puede comprobarse en cualquier farmacia de Europa en las que vemos promocionados “productos” –aparentemente no farmacológicos, no convencionales, anotados en lo que llamamos medicina naturopática- de las dos corrientes
terapéuticas mencionadas.
En el y en él, todo es
empezar.