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domingo, 16 de febrero de 2014

Salud mental y salud física: algunas otras verdades

DEL ALCOHOL AL TABACO, EXORCISMOS PARA COMBATIR EL MIEDO A LA REALIDAD

(Nuestro regalo de fin de año fue una viñeta que mostraba a un médico que al preguntar a su paciente: "¿Que le duele?", este le respondía: "La realidad, doctor, la realidad")


      En enero de 1919 el Congreso de los Estados Unidos de Norteamérica aprobó una resolución que prohibía la venta, importación, exportación, fabricación y el transporte de bebidas alcohólicas en todo el país. La enmienda fue bautizada como la Ley Volstead. “Esta noche, un minuto después de las doce, nacerá una nueva nación”, declaró con optimismo el senador Andrew Volstead, impulsor de la norma. “El demonio de la bebida hace testamento. Se inicia una era de ideas claras y limpios modales. Los barrios bajos serán pronto cosa del pasado. Las cárceles y correccionales quedarán vacíos; los transformaremos en graneros y fábricas. Todos los hombres volverán a caminar erguidos, sonreirán todas las mujeres y reirán todos los niños. Se cerraron para siempre las puertas del infierno”, concluyó en su discurso ante el Congreso el senador Volstead. En diciembre de 1933, trece años después, la ley fue derogada y nada de ello había ocurrido, sino todo lo contrario: la corrupción alcanzó a los más altos niveles políticos y sociales y el consumo de alcohol terminó superando todas las expectativas, incluso las más pesimistas.

      ¿Qué fue lo que llevó a casi todo un país a tal exorcismo? Solo la necesidad de encontrar un chivo expiatorio. Alguien a quien culpar de todos los males que cada uno de los componentes de la sociedad lleva consigo. Cada uno de los desesperados miembros de Ku-klux-klan casero, de los vengadores de muertes ajenas, de los componentes de pogromos de todo tipo, tenía –y tiene- un “cadáver” enterrado en su jardín.

      Hoy por hoy nadie se ocupa del alcohol, hoy por hoy tenemos otro enemigo mortal que nos une a todos (menos a un par de necios): el tabaco. Día a día nos advierten, con sobradas razones, que el tabaco llena los hospitales y vacía las arcas de la Seguridad Social; aumenta el riesgo de los abortos espontáneos y alumbra hijos con menor peso del adecuado; provoca bronquitis, cáncer, enfermedades cardiovasculares; reduce la vitalidad y, por último, precipita la visita de la muerte.

      Sin embargo, el tabaco –nos informa el científico e investigador francés François Fèron- protege del cáncer de pulmón: varios estudios convergentes señalan que entre los mineros y los trabajadores que respiran polvo, el riesgo de padecer enfermedades que afecten sus bronquios disminuye en el caso de los fumadores, frente a los no fumadores. Esta información que reviste enorme importancia ha sido silenciada en nombre de una verdad sacrosanta: el tabaco produce cáncer. Dicho esto así, sin ninguna posibilidad de respuesta.


SIN ESTADISTICAS

      El tabaco –continúa Féron- protege de la enfermedad de Parkinson, da igual que se fume en pipa que cigarrillos, la enfermedad se reduce a la mitad entre los fumadores frente a los no fumadores. Es más, en el envejecimiento patologíco los fumadores se ven afectados en menor proporción que los no fumadores. Por último, el tabaco retrasa la aparición de otra enfermedad neurovegetativa: el Alzheimer. Contra el convencimiento de que el tabaco es una droga que destruye las células nerviosas, dicho esto así, generalizando, sin dar oportunidad a la comprobación estadística.

      En tanto, aún no se ha dilucidado el mecanismo mediante el cual actúa el tabaco. Por el contrario, en el caso de los fumadores –frente a los no fumadores- que respiran polvo y sin embargo se muestran menos afectados, los investigadores han podido demostrar que es el humo el que beneficia a los bronquios (en la medicina china, en los tratamientos para las congestiones pulmonares se utiliza la moxa que no es otra cosa que un puro hecho con artemisa al que se enciende por un extremo y se acerca acompasadamente a los puntos de pulmón adecuados para tal fin).

      En cuanto a las enfermedades neurovegetativas que afectan al envejecimiento, el Alzheimer, se ha demostrado que las células nerviosas poseen en la superficie receptores de acetilcolina. Cuando una molécula de acetilcolina se fija en uno de esos receptores se abre un canal iónico y una corriente eléctrica recorre la neurona. Al no ser muy selectivos, alguno de esos receptores pueden ser activados por otra molécula: la nicotina. Se trata de receptores nicotínicos del sistema colinérgico. 
Se ha demostrado que la nicotina contribuye a liberar más cantidad de dopamina y multiplica los receptores afines. En otras palabras, que cuanto más se fuma, más dopamina produce la neurona y la dopamina es un antídoto contra la enfermedad del envejecimiento prematuro y, tal como se ha dicho, otras de carácter neurovegetativo. 

EL HUMO

 
     Otras investigaciones se han centrado en el humo, demostrando que éste lleva consigo determinadas moléculas, en particular el monóxido de carbono (CO), que protege la membrana celular contra ciertos oxidantes y otros tipos de moléculas agresivas, así como que su inhalación desencadena la liberación de unas enzimas que contribuyen a eliminar una serie de sustancias tóxicas que el cuerpo recibe de forma constante.


      Bien, en tanto y para que nadie se llame a engaño, tal como en las canciones de amor, repetiremos aquí el estribillo de una de las primeras frases de este artículo:
“Día a día nos advierten, con sobradas razones, que el tabaco llena los hospitales y vacía las arcas de la Seguridad Social; aumenta el riesgo de los abortos espontáneos y alumbra hijos con menor peso del adecuado; provoca bronquitis, cáncer, enfermedades cardiovasculares; reduce la vitalidad y, por último, precipita la visita de la muerte".

      Solo que, una cosa no quita la otra y, si es verdad todo lo que se dice en contra del tabaco, no deja de serlo que ofrece ventajas a analizar, tal vez para encontrar un sustituto más adecuado y que no ofrezca unos efectos secundarios de tal magnitud. Tanto como algunos –numerosos- medicamentos que entre sus efectos secundarios señala, por ejemplo, “astenia”, “confusión mental“, “ideas suicidas” o “puede provocar graves alteraciones, incluso la muerte”.

      Queda por saber qué chivo expiatorio vendrá a cubrir el hueco cuando el tabaco haya sido definitivamente quemado en la plaza pública. Un nuevo exorcismo que nos haga olvidar todos los males que nos aquejan, así como aceptar lo inaceptable en términos económicos o sociales, porque estaremos muy ocupados en luchar contra el tabaco, antes el alcohol y mañana al plástico o los tomates. Y no sin razón ninguna: el plástico es toxico y los tomates suben el ácido úrico en la sangre.


      Y esto es así, y lo seguirá siendo, insistimos, porque a pesar del negocio que para los gobiernos representan los ingresos impositivos por la venta de tabaco en todas sus formulaciones (de ahí que no se prohíba su fabricación y venta de forma tajante), la pretendida lucha en favor de la salud pública esconde una verdad inapelable: distrae al total de la sociedad de los graves problemas que sufren sus ciudadanos. Es más, los une en una causa de bien común, tal como ejercer la beneficencia ante la miseria y el hambre, en una actitud que tiene mucho de perversión... disfrazada de acción solidaria. J.L.E y P.R.