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miércoles, 23 de octubre de 2013

DIARIO 23 (Las cosas son como no deberían ser)

LA PROFESIÓN MÉDICA, ENTRE LA ESPADA Y LA PARED, ENTRE EL PACIENTE Y LOS RECORTES

Dialogo con el jefe de Traumatología de un hospital español:

.- Hemos pasado de un extremo al otro: antes el médico se dirigía al paciente como si fuese tonto y si el paciente le intentaba corregir algún argumento, el resultado era: ¡Vamos a ver ¿quién es el médico, usted o yo?! Pues bien, ahora tenemos a más de un médico-funcionario que dice al paciente: Este es su diagnóstico, y para atender esta patología hay tal o cual, estúdieselo, mire en Internet, y decida.

.- ¿No cree usted que esto último es mejor?

.- Pues no, puesto que es en realidad el resultado de una política de dejadez de las autoridades sanitarias, producido por la desatención de los gobiernos respecto del sector: recortes económicos, de personal, de servicios, que terminan provocando que el médico tome el camino más cómodo.

.- ¿Y cuál sería entonces el mejor método?

.- Es evidente que el de acercarse al paciente desde una perspectiva más humana, consiguiendo un nivel de ascendiente que le permita orientar al enfermo, cambiando impresiones, dudas, contando experiencias personales que den al paciente la idea de que está hablando con alguien que es tan humano como él mismo.

.- Tengo entendido que eso es muy difícil puesto que no hay tiempo suficiente para ello.

.- Las gerencias de los hospitales bailan al ritmo que marcan las autoridades del país y, ahora mismo, de toda Europa y, para evitar justamente eso que es lo mejor para el enfermo, se aconseja dar citas a los pacientes cambiándoles de médico de forma periódica, a fin de evitar que “entren en confianza” y así se ahorre tiempo. El resultado es el que he descrito al comienzo: cunde el desinterés del profesional por el paciente.

.- ¿Cómo podemos mejorar esta situación?

.- Sería muy fácil decir que eso es responsabilidad de las autoridades sanitarias, que lo es, pero también nosotros somos responsables de ello. Hay que enfrentarse a las decisiones que solo están dirigidas a una reducción del gasto. El médico debe presionar al jefe de la sección, de su departamento, y este al gerente, y este al responsable a nivel local, provincial, regional y, finalmente, este último a la autoridad competente del gobierno central. Aquí, en Paris o Roma, da lo mismo, estamos sumergidos en el mismo esquema de trabajo.

.- Imagino que este es un problema solo a nivel de la sanidad pública, puesto que en el sector privado la situación es floreciente.

.- Lo es solo para el empresario, pero no para el profesional y, finalmente, muchísimo menos para el paciente. De floreciente nada, puesto que el hospital privado tiene que dar beneficios como primer objetivo, si no los da, si no es negocio, la inversión ira a los casinos, a los hoteles, al turismo, al esparcimiento. Por tanto hay que aparentar que en el privado todo es mejor, pero si podemos ahorrar en pruebas, mejor todavía. El negocio será que el paciente necesite ser ingresado y, ahí si todas las pruebas necesarias mientras el interesado pueda pagar la cama, las enfermeras, la comida –que puede ser inmejorable, de cinco tenedores- esto sí que es negocio. El que no pueda pagar este servicio entra en el esquema aquel de “cuanto más rápido es su paso a la inmortalidad, menos gastos ocasionará al Estado”.

.- Ese no puede ser el criterio de un Gobierno.

.- No debe. Pero poder, puede. Y lo es. Los miembros de los gobiernos, las autoridades sanitarias, los empresarios, no pisan nunca la sala de primeros auxilios, las urgencias de los hospitales públicos y, cuando lo hacen, por accidente y proximidad, son atendidos como reyes, por tanto, ¿Por qué no pueden pensar que el mejor pensionista, el mejor jubilado, es el que está muerto?

.- ¿No cree que está usted exagerando un poco?

.- O usted está ciego o se está burlando de mí. No sea hipócrita.

                                                                                  JLE