LA PROFESIÓN MÉDICA, ENTRE LA ESPADA Y LA PARED, ENTRE EL PACIENTE Y LOS RECORTES
Dialogo con el jefe de Traumatología de un hospital
español:
.- Hemos pasado de un extremo al otro: antes el
médico se dirigía al paciente como si fuese tonto y si el paciente le intentaba
corregir algún argumento, el resultado era: ¡Vamos a ver ¿quién es el médico,
usted o yo?! Pues bien, ahora tenemos a más de un médico-funcionario que dice
al paciente: Este es su diagnóstico, y para atender esta patología hay tal o
cual, estúdieselo, mire en Internet, y decida.
.- ¿No cree usted que esto último es mejor?
.- Pues no, puesto que es en realidad el
resultado de una política de dejadez de las autoridades sanitarias, producido
por la desatención de los gobiernos respecto del sector: recortes económicos,
de personal, de servicios, que terminan provocando que el médico tome el camino
más cómodo.
.- ¿Y cuál sería entonces el mejor método?
.- ¿Y cuál sería entonces el mejor método?
.- Tengo entendido que eso es muy difícil puesto que no
hay tiempo suficiente para ello.
.- Las gerencias de los hospitales bailan al
ritmo que marcan las autoridades del país y, ahora mismo, de toda Europa y,
para evitar justamente eso que es lo mejor para el enfermo, se aconseja dar
citas a los pacientes cambiándoles de médico de forma periódica, a fin de
evitar que “entren en confianza” y así se ahorre tiempo. El resultado es el que
he descrito al comienzo: cunde el desinterés del profesional por el paciente.
.- ¿Cómo podemos mejorar esta situación?
.- Sería muy fácil decir que eso es
responsabilidad de las autoridades sanitarias, que lo es, pero también nosotros
somos responsables de ello. Hay que enfrentarse a las decisiones que solo están
dirigidas a una reducción del gasto. El médico debe presionar al jefe de la
sección, de su departamento, y este al gerente, y este al responsable a nivel
local, provincial, regional y, finalmente, este último a la autoridad
competente del gobierno central. Aquí, en Paris o Roma, da lo mismo, estamos
sumergidos en el mismo esquema de trabajo.
.- Imagino que este es un problema solo a nivel de la
sanidad pública, puesto que en el sector privado la situación es floreciente.
.- Lo es solo para el empresario, pero no para
el profesional y, finalmente, muchísimo menos para el paciente. De floreciente
nada, puesto que el hospital privado tiene que dar beneficios como primer
objetivo, si no los da, si no es negocio, la inversión ira a los casinos, a los
hoteles, al turismo, al esparcimiento. Por tanto hay que aparentar que en el
privado todo es mejor, pero si podemos ahorrar en pruebas, mejor todavía. El
negocio será que el paciente necesite ser ingresado y, ahí si todas las pruebas
necesarias mientras el interesado pueda pagar la cama, las enfermeras, la
comida –que puede ser inmejorable, de cinco tenedores- esto sí que es negocio.
El que no pueda pagar este servicio entra en el esquema aquel de “cuanto más
rápido es su paso a la inmortalidad, menos gastos ocasionará al Estado”.
.- Ese no puede ser el criterio de un Gobierno.
.- No debe. Pero poder, puede. Y lo es. Los
miembros de los gobiernos, las autoridades sanitarias, los empresarios, no
pisan nunca la sala de primeros auxilios, las urgencias de los hospitales
públicos y, cuando lo hacen, por accidente y proximidad, son atendidos como
reyes, por tanto, ¿Por qué no pueden pensar que el mejor pensionista, el mejor
jubilado, es el que está muerto?
.- ¿No cree que está usted exagerando un poco?
.- O usted está ciego o se está burlando de
mí. No sea hipócrita.
JLE
JLE