Envíanos tu comentario: fundaciondoctorelorriaga@gmail.com



miércoles, 19 de junio de 2013

Cursos y cursillos: No todo lo que reluce es oro


Participar en un curso de "aprendizaje"
no siempre garantiza el haber aprendido

Un diploma sin examen no certifica el grado de talento
personal, ni tan siquiera si el alumno ha estudiado

      Tenemos dos tipos de profesionales de la medicina: el que estudia y el que devora cursos y congresos. Todos sin excepción hemos pasado por la etapa señalada en segundo término, puesto que tiene el valor añadido de la "sensación universitaria", algo así como la recuperación de una forma de vida alegre y comunitaria. Pero el resultado no siempre es óptimo y tenemos así un buen número de estudiantes perennes... que no estudian.

      Los cursillistas no solo tienen más cantidad de certificados en la pared, sino mucho de que hablar con respecto a los sabios profesores que han conocido. Pero los certificados de infinidad de rimbombantes cursos no siempre se obtienen por medio de un duro examen, sino más bien por el pago de los correspondientes aranceles.
      Hemos podido comprobar que algunos alumnos -no pocos- tiempo después de haber participado en alguno de los cursos confiesan que no han practicado absolutamente nada de lo enseñado. Otros, afortunadamente, si. Son los que siempre aprenden algo de cualquier circunstancia vivida, aún más si se ha tratado de un curso o seminario y hasta una simple conferencia (aunque hay conferencias nada simples).

DONDE ESTÁ EL ERROR
¿Implicar al alumno o doctrinarlo?
      Vale la pena revisar este extremo: ¿el fallo está en los alumnos o en los profesores? ¿Es una cuestión relacionada con la incapacidad del alumno para estudiar que este lo resuelve participando en congresos y cursos? ¿O es que los profesores han aplicado el consabido y aburrido discurso teórico, olvidando el eficaz ejercicio de la mayéutica socrática? La idea básica del citado método de enseñanza consiste en que el maestro no inculca al alumno el conocimiento, pues rechaza que su mente sea un receptáculo o cajón vacío en el que se puedan introducir las distintas verdades; para Sócrates es el discípulo quien extrae de sí mismo el conocimiento. Este método es muy distinto al de los sofistas: los sofistas daban discursos y a partir de ellos esperaban que los discípulos aprendiesen.
      En la enseñanza de la medicina, sobre todo la oriental, que implica la manipulación física del paciente, la orientación alimenticia, la aplicación de ventosas, parches, agujas de acupuntura, electro estimulación, moxibustión, etc. el enorme bache existente entre lo teórico y lo práctico debería resolverse contando con profesores que no solo sean buenos docentes, sino que reflejen con claridad la praxis de la profesión, o sea la suma de los dos extremos: teoría y práctica.
      Se nos dirá que eso es lo que se intenta. Y es verdad. Pero si el resultado es el que es, seguramente es porque no se lo está haciendo del todo bien, puesto que el número de los cursillistas constantes es bastante más destacado que el de los estudiosos, digámoslo claramente: el porcentaje de los primeros es abrumadoramente mayor.

REFRESCAR LA MEMORIA
El secreto: "regresar" al futuro
      Numerosos son los médicos-especialistas que deberían “refrescar” sus conceptos de anatomía y fisiología, volver a las primeras clases en la facultad de Medicina. Es probable que de ese modo cambien su semblante al tratar al paciente circunstancial; que recuerden el significado real de la palabra vocación; que les haga ver que la “especialidad” más importante a desarrollar es la de tener tacto, amabilidad, comprensión y cariño por el ser humano que le ha venido a consultar por su problema de salud que, casi en la totalidad de las ocasiones, tiene relación directa con su estado emocional. De hacerlo de este modo tal vez no necesite derivar al paciente a tratamientos con recurridos psicofármacos. 
      En el caso del acupuntor es aún más difícil puesto que en la mayoría de los casos el paciente llega a la consulta después de numerosos rebotes. Tal como última oportunidad “porque nadie sabe qué me pasa”. Uno de los métodos más comunes es el de poner el práctica aquello que ya nos dio resultado en otra ocasión, o bien, aplicar el mayor número de técnicas básicas a un mismo tiempo con el argumento de que el “sistema” es sabio y solo toma aquello que necesita, o también está el recurso de la fórmula tal o cual “que va muy bien en estos casos”. Otro: "de momento vamos a regular la energía del paciente puesto que el riodoraku nos señala un desorden muy pronunciado entre tal y cual órgano o víscera".

MULTIPLES MÉTODOS
      ¿Quiere esto decir que tales métodos son malos? Por supuesto que no, solo quiere decir que lo que no estamos haciendo es reflexionar sobre el total de las observaciones que nos han enseñado a tener en cuenta: el aspecto general, el tono de la voz, la forma en que respira, sus datos familiares, su historia clínica anterior, su situación laboral, sus reacciones ante diferentes comentarios que podamos hacer, la observación de la lengua y multiples lecturas; más tarde, según sus pulsos (riodoraku) diseñar el tratamiento teniendo en cuenta no solo el criterio de causa-efecto por deformación racionalista occidental, sino el hecho irrefutable de que la bioenergía tiene múltiples lecturas y por la tanto múltiples formas de regularla.
      Asi, no todo es tonificar o sedar “la madre” según el ciclo Chen, olvidando –por una parte- que cada “hijo” se convierte a su vez en madre de forma inmediata, sino también que el ciclo Ko puede intervenir por su cuenta y riesgo invalidando el resultado que se quiere obtener con la primera técnica. Otro: siempre donde hay frío se debe aplicar calor puesto que podemos estar frente al caso de un falso frío ocasionado por un calor real. O a la inversa: un falso calor por un frío real; que cada estación meteorológica nos “regala” un primer desequilibrio y que por tanto y por ejemplo, en primavera deberíamos empezar el tratamiento en VB, bien con el 41 (que “regula lo alto y lo bajo”, el cuerpo y la mente, la función psicosomática) o el 34, puesto que las contracturas musculares estarán a la orden del día.

EL CAMINO MÁS CORTO
Van Nghi, un auténtico maestro
      Todo esto, que parece que todos lo sabemos de forma suficiente es, justamente, lo que en principio no tenemos en cuenta y nos limitamos a la primera opción: en la mayoría de los casos nos valemos de fórmulas memorizadas o a la que vamos en su busca en los manuales. Muy pocas veces “estudiamos” el caso, buscando y rebuscando en los olvidados “síndromes” y, por ejemplo, en vez de ir al manual o a los apuntes del cursillo de marras en busca de una fórmula, ir a las “biblias” de la Bioenergía: Maciocia, Borsarello, Van Nghi, en busca de reflexionar sobre los síndromes y así diseñar nuestra propia fórmula que, seguramente, será efímera, puesto que solo servirá para ese paciente en ese momento y no para el siguiente paciente aunque sus síntomas fuesen los mismos, puesto que, “como todo el mundo sabe”, no hay dos personas iguales, dos cuerpos iguales.
      Aquellos alumnos que realizaron estudios solo por curiosidad, o para no aburrirse o, en último caso, para “escapar” de una realidad obstruccionista, están excluidos del presente varapalo. Son los otros, los que ejercen la profesión, los que deben reflexionar sobre este extremo. Hasta merece la pena volver a hacer el curso básico, en el mismo centro de estudios o en otro diferente. O bien, en su caso, buscar cursos de recuperación, puesto que el secreto siempre estará en conseguir “dibujar” un buen diagnóstico en nuestra mente, única forma de conseguir diseñar una terapia adecuada y eficaz para cada caso.

     
      (Hace ahora algunos años, en ocasión de dictar un curso de digitopresión y moxibustión, dirigido a masajistas, osteópatas y quiroprácticos, en un intercambio de tarjetas personales, al leer la mía un alumno me espectó con cierto gesto de incredulidad: “¿Solo acupuntor?”. En el momento no entendí su sorpresa, pero más tarde, al leer su tarjeta puede ver que había estado dando clases a un: “Fisioterapeuta/kinesiólogo/osteópata/quiropráctico/reiki y aplicación de ventosas”. He conocido otros que mezclan terapias con especialidades (ejemplo: “lumbalgias, cervicalgias, acupuntura, contracturas musculares y cromoterapia”, todo ello en la misma tarjeta. Lo curioso sigue siendo que la mayoría, aún ofreciendo apoyo de fitoterapia u homeopatía, no se inscriben en cursos que amplíen esos conocimientos, sino solo en las variaciones señaladas más arriba que sin embargo, debemos reconocer, ofrecen la posibilidad de enunciar títulos apartentemente más “académicos” que el incluir el término "fitoterapia", por ejemplo).


José Luis de Elorriaga y Canosa 
(Profesor de prácticas de Acupuntura del Centro de Enseñanza
de la Medicina Tradicional China, CEMETC)