Lo hemos repetido hasta la saciedad: el hombre es mucho mas hermético que la mujer y si hay alguien que raya en el 100 por 100 de la apertura, en la comunicación abierta, en la necesidad de que el terapeuta este enterado de los detalles de su patología, es el homosexual y la lesbiana, sobre todo si intuye que tiene frente a sí a un "fronterizo", a ese que nada le ha de empujar a emitir un juicio previo y mucho menos negativo, a ese que incluso no le importará que su nuevo paciente u ocasional relación publica le lleve a presumir que esta ante un igual. Tal "encaje" se convertirá en catástrofe si solo corresponde a una pose, por mejor interpretada que esté.
ELLAS Y ELLOS Y EL ENTORNO
María-María solo necesitaban eso, cambiar impresiones sobre la vida y la muerte, sobre el amor y el desamor, sobre el compromiso mutuo de disfrutar de la libertad individual al tiempo que se mantiene la relación de pareja. De los "papeles", al decir de Serrat, o la palabra dada. En definitiva, de la seguridad o inseguridad de un futuro incierto, que provocará y provoca ansiedad y depresión al mismo tiempo. Así como obsesiones, manías, mutuas exigencias y actos de generosidad manifiesta, según el caso, el día y el entorno. El cruel, a veces siempre, entorno.
Bien, primera ventaja que ofrecieron María-María: una era definitivamente yang respecto a la otra. Ambas cerraban el circuito taoísta, lo cual ofrecía un cierto grado de "buenas perspectivas". En una todo era cuestión de tonificar el yin del órgano depresivo por antonomasia (> R), al tiempo que sedamos el que aporta ansiedad (< H), mas por sus características también sedamos el yang (< BP). A su compañera exactamente lo contrario.
Una vez tratadas con los puntos principales para cada caso, y algunos otros según el comportamiento de esos dias. Les quedó lo suficientemente claro que el resto es obra y gracia del incierto futuro, ese que hay que ayudar a consolidar con el esfuerzo de ambas. sin caer nunca en el desfallecimiento.
VIVIR TODO EL TIEMPO
Fueron un puñado de sesiones mas o menos seguidas y mas tarde cada quince y treinta días. Hoy continúan llegando a la consulta, a veces juntas a veces separadas, pero siempre felices, Dos años de terapia les ha servido para conocerse mejor y aceptar que nada de lo importante en la vida puede garantizarse al cien por cien, sino se lo trabaja al cien por cien y a veces ni así, pero no les importa puesto que el mayor descubrimiento es el que no se puede controlar, sino vivirlo: EL TIEMPO.
Y que por tanto hay que disfrutar cada segundo, cada minuto, cada hora, cada día, como si fuese el último de la vida.