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martes, 26 de febrero de 2013

LA "INTENCION" DEL ACUPUNTOR

La física cuántica nos prueba la importancia
del efecto emocional del terapeuta en el paciente

     Desde hace algunos años uno de los reconocidos maestros de la enseñanza de Medicina Tradicional China en España, insiste sobre la importancia que tiene la intención que debe poner el acupuntor en el momento de proceder a la punción. Hoy por hoy la mayoría de los docentes en la especialidad tienden, de un modo u otro, a transmitir este concepto. Si no de forma explícita, al menos en cuanto a la manera de tratar al paciente en el momento de proceder a aplicar el tratamiento elegido.

      Hablamos de cierta interpretación del término, puesto que infinidad de veces en la vida nos preguntamos por la verdadera intención del "otro", del que tenemos delante. Así como infinidad de veces en la vida ocultamos nuestra verdadera intención (cuando pretendemos doblegar la voluntad del "otro", sea este nuestro padre o nuestro hijo). De este modo y en un contexto estrictamente existencial podemos valorar la importancia que tiene, tanto el saber la verdadera "intención" de los demás, como aprender a ocultar o demostrar la nuestra, según el caso.

      Una vez comprobado -por obvio- el concepto anterior, vamos a adentrarnos en una interpretación de carácter menos social y más científico de la intención. Un grupo de expertos, en los dos extremos del planeta -EE UU y Rusia- desde hace más de cincuenta años comenzaron a investigar la posibilidad de "medir" la intención. Pues bien, con el tiempo, esa investigación se ha convertido en parte esencial de la llamada física cuántica.

      La incansable divulgadora Lynne McTaggart, autora de "El Campo", a publicado "The Intention Experimet", fabuloso trabajo al que hemos tenido acceso gracias a una médico de profesión (M.A.M.) que a su vez es paciente de nuestra consulta. Todo vino gracias a una conversación sobre el reiki, técnica terapéutica hoy de moda.

EL "AURA" O ENERGÍA "WEI"

     En Rusia, hace setenta años, cuando era parte de la URSS, el ingeniero Semyon Davidovich Kirlian descubrió que al fotografiar seres vivos que habían sido expuestos a un campo electromagnético se captaba lo que no pocos llamaban el "aura" (que, según la interpretación de la medicina tradicional china, estaríamos hablando de la energía defensiva o energía wei del cuerpo humano) La comunidad científica ignoró al personaje hasta que en los años sesenta se descubrió la bioelectrografía. La evolución de esta técnica llevó a su vez al físico Kostantín Korotkov a desarrollar un mecanismo que le permitió detectar el estado de los pacientes en determinadas situaciones clínicas, y de ello a permitir el diagnóstico del cáncer, por ejemplo.
     
      Por su parte, en Estados Unidos, los científicos Gary Schwartz, Elmer Green (pionero del biofeedbach), Bernard Grad (con sus investigaciones sobre la "sensibilidad" del agua, luego mucho más desarrollada por el cientifico japonés Massaru Emoto), y otros muchos, se fueron agregando a estos experimentos hasta llegar al dia de hoy y por distintos caminos, a incorporar las pruebas resultantes a los variados estudios de la Física Cuántica.

EL "EXPERIMENTO DEL AMOR"

     En este punto aparece el "experimento del amor" (nadie recuerda ahora quien bautizó el invento con ese nombre, o tal vez nadie quiere comprometerse con un concepto tan poco considerado por la ciencia occidental: el amor). Pero de hecho la aportación de la psiquiatra Elizabeth Targ como impulsora del experimento ofreció unos resultados inesperados en la Universidad Case Western Reserve. En  síntesis se pudo "medir" la intención experimentando con parejas de amantes que, separados físicamente, en habitaciones distanciadas entre si, y cada uno de ellos conectado a ordenadores sensibles a los impulsos cerebrales, comprobaron que si uno pensaba en el otro con una intención determinada, su pareja percibía esa intención, sintiendo el mensaje y pudiéndose así confirmar el resultado en el ordenador al que estaba conectado o conectada. 

     Hay que decir que las primeras investigaciones se hicieron conectando ordenadores a las hojas y tallos de unas plantas de interior, provocando luego el acercamiento de determinadas personas con intenciones claras de amor u odio. En cada caso quedaba claro y documentado el sentimiento experimentado por la planta. Recordemos aquí el descubrimiento del japonés Emoto -mencionado más arriba-, que documentó fotográficamente el comportamiento del agua cuando percibe intenciones amorosas o rencorosas -solo por medio de la palabra, sin llegar a "tocarla"- por parte de un ser humano.

"MEDIR" LA INTENCION

      Los expertos nos dicen que la física cuántica, especialidad que como se ha dicho, es la que se ha ocupado de este fenómeno, surge de la imposibilidad por parte de la física clásica para explicar satisfactoriamente los fenómenos a una escala atómica; a ese nivel los fenómenos tienen la característica de ser estudiados por necesidad en términos probabilísticos; dado que las partículas en estudio son tan pequeñas, que el solo hecho de observarlas altera el fenómeno observado ya que para -precisamente- observarlas se debe "interactuar" de alguna manera con ellas, lo cual tiene a esta escala un efecto sobre su trayectoria o comportamiento. Dicho de forma más coloquial, que cualquier elemento físico, orgánico o no, al acercarlo a otro de igual o diferente característica, modificará tanto a este último como probablemente al primero. "Medir" este efecto -tal como dijéramos- ha permitido valorar el peso de la intención sobre todo en el caso de los elementos orgánicos.

      Así, la física cuántica tiene aplicaciones principalmente a nivel atómico y nuclear. Pero también sus principios son utilizados en ámbitos tan diversos como la electrónica, en tecnología y aparatos médicos (radiología, cirugía láser), astronomía, entre muchos otros. Para estudiar la materia a estas escalas se utilizan grandes aceleradores de partículas, en donde los físicos realizan sus experimentos produciendo colisiones de partículas elementales a alta velocidad. Cabe decir a esta altura, que todo ello se derivó a partir del descubrimiento del fotón.

        Ernesto Bonilla, del Centro de Investigaciones Biomédicas IVIC-Zulia, confirma por su parte que si la intención se define como el pensamiento enfocado para realizar una acción determinada, inexorablemente afectará a los objetos inanimados y prácticamente a toda la materia viva, desde los organismos unicelulares hasta los seres humanos. La emisión de partículas de luz (biofotones) parece ser el mecanismo mediante el cual una intención produce sus efectos.

      "Todos los organismos vivientes emiten una corriente constante de fotones que son un medio para dirigir señales instantáneas de una parte del cuerpo a otra y a otros seres", señala el citado científico. Los biofotones son almacenados y emitidos por el ADN del interior de la célula. Cuando el organismo está enfermo se producen cambios en la emisión de estos biofotones.

EFECTO INTERMOLECULAR


      La intención dirigida se manifiesta como una energía eléctrica y magnética, y produce un flujo ordenado de fotones. Nuestras intenciones parecen operar como si fueran frecuencias altamente coherentes capaces de cambiar la estructura molecular de la materia. Para que la intención sea efectiva es necesario escoger el momento apropiado. En efecto, los seres vivientes están armonizados unos con otros y también con la tierra y sus constantes cambios de energía magnética. 

      La hipnosis, los estigmas y el efecto placebo también pueden ser considerados como tipos de intención, es decir, como instrucciones enviadas al cerebro durante un estado particular de la conciencia. Los casos de curación espontánea o curación a distancia de enfermedades graves representan instantes de una extrema intención que podemos utilizar para controlar a las enfermedades que amenazan nuestra vidas.

      Tanto la intención de sanación como la creencia del enfermo en la eficacia de las influencias curativas, promueven su curación. En conclusión, los estudios del pensamiento y de la conciencia están emergiendo como aspectos fundamentales y no como meros epifenómenos que están conduciendo rápidamente a un profundo cambio de paradigmas en la Biología y la Medicina.

DEL EMPIRISMO A LA CIENCIA

      Todo lo expuesto, señala, ratifica, consolida, el criterio que hasta ahora solo ha sido valorado desde un punto de vista humano, y es que la INTENCIÓN -dicho así, con mayúsculas- del acupuntor a la hora de pinchar con su aguja al paciente, tendrá un peso definitivo en el resultado de su terapia. La ciencia tarde o temprano, a veces más tarde que temprano, termina explicando numerosos fenómenos terapéuticos a los que hasta ese momento solo se les da un valor empírico.

      Este informe no pretende tener un valor científico, porque quien lo escribe no es un científico, es este sólo un trabajo de carácter divulgativo, originado -como se ha dicho- por una conversación sobre el reiki, y un libro extraordinario ("El Experimento de la Intención", de Lyanne McTaggart) que, como hemos señalado, nos ha regalado una paciente, médico de profesión, interesada en la medicina integral. Por cierto, quien suscribe estas líneas está obligado agradecer  a su vez al maestro Carlos Nogueira, director de CEMETC, que desde hace quince años nos viene diciendo que la física cuántica, en estos últimos cincuenta años, ha venido a explicar aquello que la medicina tradicional china ha demostrado desde hace cinco mil años.

      En tanto, nuestro espíritu, tanto médico como literario y cinéfilo, al redactar estas líneas nos ha llevado a recordar el filme "Phenomenon", donde el aparentemente simple mecánico George Malley (interpretado por John Travolta), por un accidente atmosférico se convierte en alguien singular, que puede mover los elementos (un lápiz, una cuchara, etc.) con solo mirarlos con esa intención. 

      Finalmente, cabe decir, Acupuntor, reflexiona: cuatro generaciones de científicos investigando el poder de la  intención, deben alentarte a comprobar el resultado obtenido Así, primero, no pinches al paciente que anímicamente rechazas y, segundo, siempre que pinches a un paciente, hazlo con la mejor intención, punto por punto. Al pinchar el C 3, ten la intención de trasmitir alegría a tu paciente; cuando pinches el H 2 deberás querer controlar un "rabia", al menos su cabreo puntual; cuando lo hagas con el R 3 y 7 piensa que si el paciente es varón, estarás "dándole cuerda al muñeco" y si es hembra "quitando sus miedos", y así, uno tras otro... pronto comprobarás el resultado y amarás aún más tu profesión.

                                   José Luis de Elorriaga y Canosa