"Mi visión de la medicina empezó a cambiar en las calles de Dharamsala" -dice el psiquiatra y neurólogo francés, médico residente y profesor de la Universidad de Pittsburgh (USA)- durante una misión humanitaria aprendí que en aquel lugar había dos sistemas sanitarios, el primero en el hospital Dalac, moderna clínica occidental con departamento de cirugía, lo aparatos habituales de radiografía, ultrasonidos y medicinas convencionales.
Pero en la misma ciudad había una escuela que enseñaba la medicina tradicional de origen chino, así como una factoría en la que se elaboraban remedios con hierbas.
También había doctores que trataban a sus pacientes con métodos relacionados con esa medicina: no buscaban los síntomas de la enfermedad, que muchas veces simplemente saltan a la vista, sino que buscaban fallos en el terreno. Ellos buscaban saber cómo había que reforzar el cuerpo para que pudiera enfrentarse por si mismo a su patología.
Me preguntaba qué habría hecho yo si hubiese sido chino, en este caso tibetano, si me hubiese puesto enfermo. A la vista de los dos sistemas sanitarios paralelos ¿cuál escogería?. Mientras estuve en Dharamsala me dediqué a plantear esa pregunta a todo el mundo. Se la pregunté hasta al Ministro de Sanidad, quien había sido el que me invitara.
"Se la pregunté al hermano del Dalai Lama, en cuya casa me estaba hospedando, se la pregunté a los médicos que ejercieron de anfitriones, incluso a la gente de a pie con la que me cruzara, creyendo que les estaba planteando un dilema ¿eligirían la medicina occidental, moderna y efectiva, o la ancestral, por amor a la tradición?", afirma el autor de el "Anti cáncer" -Editorial Espasa-, y concluye:
Me miraban como si yo fuese tonto o creyera que ellos lo eran. "Es obvio", respondían. "Si se tratara de una enfermedad aguda, como una neumonía o un infarto, o tal ves una apendicítis, hay que recurrir a la medicina occidental, que dispone de tratamientos eficaces para las crisis, pero si se trata de una enfermedad crónica, o de una patología donde confluyen otros factores, como los emocionales, ambientales, de trabajo, familiares, climáticos, los de carácter genético, o algo que lleva un tiempo sin resolverse, sin duda acudiremos a un medico de medicina tradicional china-tibetana. Sus tratamientos tardan más en surtir efecto pero a largo plazo es lo único que funciona de verdad".
El doctor David Servan-Schreiber ha fundado en la Universidad de Pittsburgh un Centro de Medicina Integral, que funciona dentro del, a su vez, Centro Médico de dicha Universidad. El criterio de dicho centro es el mismo que a nivel cotidiano funciona en la sanidad de la República Popular China, así como en Cuba. En síntesis, el lema es: "todo lo que cura vale". No hay "alternativas". Las diferentes técnicas medicinales son complementarias, no "excluyentes".