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lunes, 24 de junio de 2013

DIARIO 20 (Al borde de un ataque de nervios)

En numerosos casos de grave alteración emocional: desintoxicación medicametosa controlada por su médico y acupuntura puntual

      ¿Puede haber pacientes que estén siendo tratados con doce medicamentos a un mismo tiempo? (Juntemos las yemas de los dedos de una mano dos o tres veces seguidas y tendremos la respuesta).
 
      La paciente M.E.R., tiene 64 años, vive con su marido y tiene una hija de 29 que vive emancipada pero pendiente de su madre. O, para decirlo con mayor propiedad, su madre la tiene pendiente de sí misma sin consideración alguna. “Una pastilla es para la tensión, otra para el dolor y no me hace nada, otra para la diabetes, otra para el colesterol, otra para dormir, otra por la mañana porque si no me despierto, una más para los gases, otra para los nervios, otra para la circulación, otra como protector para el estómago, una más para la retención de líquidos mire como tengo las piernas y otra para los nervios… hay, entonces tengo dos para los nervios, deben ser nervios distintos”.
 
"ESTÁ MUY NERVIOSA ¿QUE HAGO?"
 
     
      Sensación de ternura. No sabes qué decirle. Ningún médico receta un medicamento para hacer daño. Pero si es verdad que en muchos casos se superponen recetas por causas que deberían ser previsibles: repetidas visitas a urgencias combinadas con citas con su médico de cabecera al tiempo de llamadas telefónicas del familiar al médico “de pago” que es medio amigo con solicitudes del tipo: “está muy nerviosa, que hago”, y más tarde la, o el, paciente continua con el medicamento que debería de haber sido puntual para aquel día, no digamos cuando además se hace intervenir al psiquiatra, completando así la monumental ensalada medicamentosa.

      Si tenemos en cuenta aquello que hemos repetido hasta la saciedad, que cada medicamento tiene comprobados sus efectos secundarios, pero que ningún laboratorio estudia los colaterales que provocarán la combinación de dos fármacos (mucho menos la combinación de tres, cuatro, o ¡doce!) es ya imposible determinar qué es lo que experimentará el castigado cuerpo y sistema emocional del enfermo.

      La recomendación más adecuada sería pedirle al paciente o, a su familiar más cercano, que vuelva al médico de cabecera y le pida que verifique el conjunto de recomendaciones, señalándole que tal o cual fármaco –por ejemplo- “le está provocando la aparición un sarpullido que más tarde le provoca el nerviosismo, ya que cuando se olvida de tomarlo no le sale el sarpullido” (por cierto, es este un ejemplo bastante común). Una terapia de choque sería suspender todo, desintoxicar el cuerpo y comenzar de nuevo con cada medicamento según la aparición de cada síntoma, es evidente que esta fórmula tendría que ser controlada por el médico responsable, el de cabecera, el habitual, puesto que hay compuestos que no se pueden suspender ni un solo día.

SINDROME DE ABSTINENCIA

      El caso es que M.E.R., o mejor dicho su hija, llamó por teléfono al psiquiatra y este le dijo que a su madre le suspendiera la ingesta de dos de los fármacos. La hija le suspendió la totalidad y se los retiró de su alcance. Resultado, nuestra paciente fue presa de una ansiedad incontrolable (el consabido “mono” o síndrome de abstinencia). Sin embargo, “aguantó” bien y dos días después, con solo una sesión de acupuntura con la técnica “PQP” del doctor Robert Chu (ver informe del 28 de octubre del pasado año en este mismo foro: H 2, 3 y 6 más VB 34 y 39 en pierna derecha, en tanto que en la izquierda E 36 y 37 más B 6, 8 y 9), de momento, la paciente “resucitó” del hundimiento. Una vez vuelta a ser atendida por su médico, al verla recuperada, le recetó solo un tranquilizante para la noche y un analgésico para el dolor puntual. Las sesiones de acupuntura posteriores han ido, paulatinamente, consolidando la mejoría. Hoy se siente “otra persona”, incluso en la última sesión se olvidó sus gafas permanentes en la consulta, dándose cuenta de ello al ir al solicitar la nueva cita y tener dificultad para leer la tarjeta.

      Todo hay que decirlo, el azar en este caso fue fundamental, puesto que el síndrome de abstinencia pudo haberle provocado un ictus o algo peor. Por tanto, la cuestión no está en suspender la ingesta en su totalidad y de un golpe, sino, tal como dijéramos más arriba, haciéndolo bajo control médico, de forma paulatina y a medida que el paciente y su médico comprueben la mejoría. La acupuntura no es magia. Pero bien administrada… como si lo fuera.
 
                                                                                                               JLE y PR

miércoles, 19 de junio de 2013

Cursos y cursillos: No todo lo que reluce es oro


Participar en un curso de "aprendizaje"
no siempre garantiza el haber aprendido

Un diploma sin examen no certifica el grado de talento
personal, ni tan siquiera si el alumno ha estudiado

      Tenemos dos tipos de profesionales de la medicina: el que estudia y el que devora cursos y congresos. Todos sin excepción hemos pasado por la etapa señalada en segundo término, puesto que tiene el valor añadido de la "sensación universitaria", algo así como la recuperación de una forma de vida alegre y comunitaria. Pero el resultado no siempre es óptimo y tenemos así un buen número de estudiantes perennes... que no estudian.

      Los cursillistas no solo tienen más cantidad de certificados en la pared, sino mucho de que hablar con respecto a los sabios profesores que han conocido. Pero los certificados de infinidad de rimbombantes cursos no siempre se obtienen por medio de un duro examen, sino más bien por el pago de los correspondientes aranceles.
      Hemos podido comprobar que algunos alumnos -no pocos- tiempo después de haber participado en alguno de los cursos confiesan que no han practicado absolutamente nada de lo enseñado. Otros, afortunadamente, si. Son los que siempre aprenden algo de cualquier circunstancia vivida, aún más si se ha tratado de un curso o seminario y hasta una simple conferencia (aunque hay conferencias nada simples).

DONDE ESTÁ EL ERROR
¿Implicar al alumno o doctrinarlo?
      Vale la pena revisar este extremo: ¿el fallo está en los alumnos o en los profesores? ¿Es una cuestión relacionada con la incapacidad del alumno para estudiar que este lo resuelve participando en congresos y cursos? ¿O es que los profesores han aplicado el consabido y aburrido discurso teórico, olvidando el eficaz ejercicio de la mayéutica socrática? La idea básica del citado método de enseñanza consiste en que el maestro no inculca al alumno el conocimiento, pues rechaza que su mente sea un receptáculo o cajón vacío en el que se puedan introducir las distintas verdades; para Sócrates es el discípulo quien extrae de sí mismo el conocimiento. Este método es muy distinto al de los sofistas: los sofistas daban discursos y a partir de ellos esperaban que los discípulos aprendiesen.
      En la enseñanza de la medicina, sobre todo la oriental, que implica la manipulación física del paciente, la orientación alimenticia, la aplicación de ventosas, parches, agujas de acupuntura, electro estimulación, moxibustión, etc. el enorme bache existente entre lo teórico y lo práctico debería resolverse contando con profesores que no solo sean buenos docentes, sino que reflejen con claridad la praxis de la profesión, o sea la suma de los dos extremos: teoría y práctica.
      Se nos dirá que eso es lo que se intenta. Y es verdad. Pero si el resultado es el que es, seguramente es porque no se lo está haciendo del todo bien, puesto que el número de los cursillistas constantes es bastante más destacado que el de los estudiosos, digámoslo claramente: el porcentaje de los primeros es abrumadoramente mayor.

REFRESCAR LA MEMORIA
El secreto: "regresar" al futuro
      Numerosos son los médicos-especialistas que deberían “refrescar” sus conceptos de anatomía y fisiología, volver a las primeras clases en la facultad de Medicina. Es probable que de ese modo cambien su semblante al tratar al paciente circunstancial; que recuerden el significado real de la palabra vocación; que les haga ver que la “especialidad” más importante a desarrollar es la de tener tacto, amabilidad, comprensión y cariño por el ser humano que le ha venido a consultar por su problema de salud que, casi en la totalidad de las ocasiones, tiene relación directa con su estado emocional. De hacerlo de este modo tal vez no necesite derivar al paciente a tratamientos con recurridos psicofármacos. 
      En el caso del acupuntor es aún más difícil puesto que en la mayoría de los casos el paciente llega a la consulta después de numerosos rebotes. Tal como última oportunidad “porque nadie sabe qué me pasa”. Uno de los métodos más comunes es el de poner el práctica aquello que ya nos dio resultado en otra ocasión, o bien, aplicar el mayor número de técnicas básicas a un mismo tiempo con el argumento de que el “sistema” es sabio y solo toma aquello que necesita, o también está el recurso de la fórmula tal o cual “que va muy bien en estos casos”. Otro: "de momento vamos a regular la energía del paciente puesto que el riodoraku nos señala un desorden muy pronunciado entre tal y cual órgano o víscera".

MULTIPLES MÉTODOS
      ¿Quiere esto decir que tales métodos son malos? Por supuesto que no, solo quiere decir que lo que no estamos haciendo es reflexionar sobre el total de las observaciones que nos han enseñado a tener en cuenta: el aspecto general, el tono de la voz, la forma en que respira, sus datos familiares, su historia clínica anterior, su situación laboral, sus reacciones ante diferentes comentarios que podamos hacer, la observación de la lengua y multiples lecturas; más tarde, según sus pulsos (riodoraku) diseñar el tratamiento teniendo en cuenta no solo el criterio de causa-efecto por deformación racionalista occidental, sino el hecho irrefutable de que la bioenergía tiene múltiples lecturas y por la tanto múltiples formas de regularla.
      Asi, no todo es tonificar o sedar “la madre” según el ciclo Chen, olvidando –por una parte- que cada “hijo” se convierte a su vez en madre de forma inmediata, sino también que el ciclo Ko puede intervenir por su cuenta y riesgo invalidando el resultado que se quiere obtener con la primera técnica. Otro: siempre donde hay frío se debe aplicar calor puesto que podemos estar frente al caso de un falso frío ocasionado por un calor real. O a la inversa: un falso calor por un frío real; que cada estación meteorológica nos “regala” un primer desequilibrio y que por tanto y por ejemplo, en primavera deberíamos empezar el tratamiento en VB, bien con el 41 (que “regula lo alto y lo bajo”, el cuerpo y la mente, la función psicosomática) o el 34, puesto que las contracturas musculares estarán a la orden del día.

EL CAMINO MÁS CORTO
Van Nghi, un auténtico maestro
      Todo esto, que parece que todos lo sabemos de forma suficiente es, justamente, lo que en principio no tenemos en cuenta y nos limitamos a la primera opción: en la mayoría de los casos nos valemos de fórmulas memorizadas o a la que vamos en su busca en los manuales. Muy pocas veces “estudiamos” el caso, buscando y rebuscando en los olvidados “síndromes” y, por ejemplo, en vez de ir al manual o a los apuntes del cursillo de marras en busca de una fórmula, ir a las “biblias” de la Bioenergía: Maciocia, Borsarello, Van Nghi, en busca de reflexionar sobre los síndromes y así diseñar nuestra propia fórmula que, seguramente, será efímera, puesto que solo servirá para ese paciente en ese momento y no para el siguiente paciente aunque sus síntomas fuesen los mismos, puesto que, “como todo el mundo sabe”, no hay dos personas iguales, dos cuerpos iguales.
      Aquellos alumnos que realizaron estudios solo por curiosidad, o para no aburrirse o, en último caso, para “escapar” de una realidad obstruccionista, están excluidos del presente varapalo. Son los otros, los que ejercen la profesión, los que deben reflexionar sobre este extremo. Hasta merece la pena volver a hacer el curso básico, en el mismo centro de estudios o en otro diferente. O bien, en su caso, buscar cursos de recuperación, puesto que el secreto siempre estará en conseguir “dibujar” un buen diagnóstico en nuestra mente, única forma de conseguir diseñar una terapia adecuada y eficaz para cada caso.

     
      (Hace ahora algunos años, en ocasión de dictar un curso de digitopresión y moxibustión, dirigido a masajistas, osteópatas y quiroprácticos, en un intercambio de tarjetas personales, al leer la mía un alumno me espectó con cierto gesto de incredulidad: “¿Solo acupuntor?”. En el momento no entendí su sorpresa, pero más tarde, al leer su tarjeta puede ver que había estado dando clases a un: “Fisioterapeuta/kinesiólogo/osteópata/quiropráctico/reiki y aplicación de ventosas”. He conocido otros que mezclan terapias con especialidades (ejemplo: “lumbalgias, cervicalgias, acupuntura, contracturas musculares y cromoterapia”, todo ello en la misma tarjeta. Lo curioso sigue siendo que la mayoría, aún ofreciendo apoyo de fitoterapia u homeopatía, no se inscriben en cursos que amplíen esos conocimientos, sino solo en las variaciones señaladas más arriba que sin embargo, debemos reconocer, ofrecen la posibilidad de enunciar títulos apartentemente más “académicos” que el incluir el término "fitoterapia", por ejemplo).


José Luis de Elorriaga y Canosa 
(Profesor de prácticas de Acupuntura del Centro de Enseñanza
de la Medicina Tradicional China, CEMETC)

domingo, 9 de junio de 2013

DIARIO 19 (tetrapléjicos, hemipléjicos, paraplejicos)

AQUELLOS QUE NO PUEDEN EXPRESAR
EN TODA SU DIMENSION EL BENEFICIO 
QUE LE OCASIONA LA ACUPUNTURA

     Manuel, José Antonio, Mercedes, Juan, Eresto y un largo etcétera, son pacientes que han sufrido o sufren una parálisis parcial o total -hemiplejias, paraplejias o tetraplejias- a los cuales la acupuntura les ha ayudado y ayudan a sobrevivir con una calidad de vida razonable. Sin embargo en estos casos el paciente es el único que puede valorar esa mejora. El entorno, tanto familiar, afectivo en general, como sanitario, a no ser por el resultado de las analíticas y/o pruebas radiológicas, permanece largo tiempo sin apreciar la mejora del paciente.

      Esta situación de apariencia anómala es perfectamente explicable dada las expectativas "del otro" en comparación con la vivencia del paciente. Los ejemplos abundan. En este último año hemos tratado un tetrapléjico muy especial, Néstor Jorge, piloto de motocross de 600 y hasta 1000 C.C. con máquinas de última generación, campeón de España por dos veces en la categoría Supermotard, que el 24 de agosto de 2008, en el campeonato de Austria y con solo treinta y dos años de edad, quedó tetrapléjico en un accidente fortuito en la previa a la prueba. El joven tinerfeño vivió para las motos desde muy joven, acumulando premios de forma sistemática y ganándose el cariño de aficionados y no aficionados a las motos debido a su carácter abierto y seductor.

      Después de innumerables tratamientos, en distintos países de Europa durante los últimos cinco años, sus padres, incansables, lo trajeron a Galicia para ser tratado en la Fundación Foltra. Al parecer no era un caso, dentro de su patología, que podría encuadrarse en los tratamientos de la citada institución y así, finalmente, sus padres nos pidieron una cita para practicar una prueba a su hijo. Una vez realizada la medición bioenergética por medio del riodoraku, y observado el desequilibrio, por otra parte esperado, y antes de proceder a aplicar la acupuntura, mantuvimos una larga conversación con sus padres, en ella, fundamentalmente, se trató de hacerles comprender, primero, que la acupuntura realizaría una regulación de su energía, pero la cual no sería evidente para ellos mismos, sino solo para Néstor y, segundo, que a pesar de lo afirmado esa mejora nunca la encontrarían suficiente.

COMUNICAR Y COMUNICARSE

Néstor Jorge, tetrapléjico, con sus padres
      No resulta fácil encarar esta situación puesto que como es de prever, "el otro", o sea, el allegado, no el paciente, quiere comprobar el beneficio de un tratamiento, sobre todo cuando tiene que abonar las sesiones. Un argumento irrebatible es señalar que, en todo caso, sencillamente, no se le cobraría cantidad alguna, cosa que se negaron a aceptar de forma rotunda. Una vez superado el primer escollo, confirmamos para nuestra alegria que podíamos "hablar" con Néstor y conseguir su consentimiento o no para cualquier oferta que se le hiciese, con solo cerrar una vez los ojos -único movimiento que el paciente podía realizar- para decir sí, y dos veces para decir no.

      Pues bien, la primera pregunta obtuvo la esperada respuesta: “Dime Néstor ¿Patricia (Patricia es mi mujer y él no tenía por qué saberlo, sino más bien creer que solo era mi enfermera ayudante) te parece guapa?”. La respuesta fue inmediata: un cierre de ojos que nuestro corazón nos dijo que seguramente estaba acompañado de una pícara sonrisa que Néstor era incapaz de realizar.

      Antes de cada sesión –dos a la semana, que realizábamos en el piso que sus padres habían alquilado especialmente para su estancia en Galicia- efectuábamos una medición bioenergética y sus padres podían comprobar in situ la corrección positiva que se estaba experimentando en su hijo. Otro dato evidente era el que los reflejos de Néstor eran cada vez más notables (al aplicarle agujas en los puntos más distales de sus extremidades inferiores, sus pies, sus piernas, mostraban una clara reacción: un “saltito”, calificaban su padre).

      El siguiente dato positivo fue el resultado de sus analíticas posteriores, así como la sorpresa del médico de cabecera que manifestó encontrarlo “mucho mejor” sin tener nada claro el porqué. Es verdad que –con los fríos y humedad ambiente de Galicia-, mantenía un grado de flemas en su aparato respiratorio que costaba superar. Se le moxaban puntos en la espalda y el pecho, en tanto llegábamos a comprobar su sensibilidad cuando, por ejemplo, al acercarle nuestra mano a su pecho o espalda, por ejemplo, y preguntarle si la sentía, el cierre por una vez de sus ojos nos confirmaban que sí, que la sentía.

SU PLENO CONSENTIMIENTO

Néstor Jorge en toda su plenitud
      Otro ejemplo positivo era el que, a pesar que en alguna oportunidad su madre nos confiaba que según su parecer Néstor se encontraba algo molesto o disgustado, si le pedíamos su consentimiento, antes de aplicarle las agujas, su respuesta era un afirmativo cerrar de ojos. También le preguntamos si el humo de la moxa, tanto cuando moxábamos su espalda como en la que insertábamos en la aguja colocada en el zu san lí, 36 de Estómago, a cuatro dedos de distancia la rótula de cada extremidad inferior externa y a un dedo de la cresta de la tibia, su respuesta era el cierre de sus párpados por dos veces consecutivas.

      Siempre me dió la impresión que al vernos, especialmente al ver a mi bella y adorada Patricia, ese guapo y alto joven deportista atado a su silla sentía un leve aliento de felicidad y resignación. Acompañar a sus padres en un trance de tal anvergadura, compartir verdaderamente su dolor, es imposible. Ponernos en sus zapatos –como se suele decir en algunos lugares de este castigado mundo- es imposible y, por último, compadecerles es sencillamente un insulto, sobre todo viendo con que entereza, con que envidiable fuerza, conllevan su dolorosa tarea en persona, delegando solo las atenciones profesionales del fisioterapeuta, masajista, médico, enfermera y, en nuestro caso, acupuntor, no sin preguntar su padre en alguna ocasión si esto o lo otro “¿no podría hacérselo yo si hiciera falta?”

Néstor Jorge en plena faena
      Néstor recibió tratamiento de acupuntura durante algún tiempo, hasta que las complicaciones de sus padres para mantenerse alquilando un apartamento en Galicia teniendo su casa en Canarias, por una parte, que los médicos que le atendieron durante ese tiempo le confirmaran un diagnóstico de situación irreversible; que le llevaran a una clínica privada en Madrid para recibir otra diagnosis de pronostico negativo y que se marcharan con al menos una seña sobre algún otro acupuntor o acupuntores que pudiesen seguir atendiendo a Néstor con las limitadas pero efectivas –y afectivas- dosis de cariño y regulación bioenergética, solo percibida por el paciente, los tres, volvieron a Tenerife. Periódicamente nos hablamos por teléfono. La conversación es corta, tanto como emotiva, como no puede ser de otra forma.
  (Si el lector hace clic en el siguiente enlace puede entrar el la página web del joven deportista: http://www.nestorjorgecabrera.com/ )

      Podríamos agregar numerosos ejemplos parecidos, pero tan rotundos como este es muy difícil. Sin embargo debemos recordar aquí que los hubo tan singulares: El hombre de empresa, de muy buen nivel económico, casado por segunda vez con una mujer mucho más joven y guapa, ex monja carmelita que dejó los hábitos para dedicarse “a los necesitados desde un lugar en el que estuviese más cerca del interesado” (el sindicato Comisiones Obreras, cercano en su fundación al Partido Comunista) y que con su hemiplejia a cuestas llegaba a la consulta ¡conduciendo! su flamante Mercedes deportivo; o el empresario -también hemipléjico- que ante el siguiente comentario crítico de su médico: “¿De qué le sirve la acupuntura si está caminando peor que antes?”, le respondió sin pestañear: “Antes caminaba con la ayuda de dos aparatos metálicos pesados, con una pierna y arrastrando a otra y ahora camino mucho peor, con las dos piernas y un bastón”.

A LOS PIES DE SU AMADA

      O al también empresario que en el momento de colocar los zapatos a su amada compañera, después de haber recibido ésta su sesión de acupuntura, le dijimos aquello de “Fíjate Mercedes lo que has tenido que hacer para conseguir que tu marido se ponga a tus pies”. Mercedes mejoró tanto que más tarde escapaba al Corte Inglés y le dejaba “temblando de frío” la tarjeta de compras a su marido y este lo comentaba con una amplia sonrisa, claro está. O aquel hemipléjico que se sintió tan bien después de unas cuantas sesiones que se levantó de la camilla solo y sin esperar ayuda, arrasando en su caída con los cuadros y diplomas que colgaban de la pared. O aquel –tetrapléjico- que su mujer lo traía desde Portugal y que para nuestro asombro “hablaba” con él con toda naturalidad puesto que ella entendía lo que su marido le decía con la mirada. En cierta ocasión nos invitó, a mi mujer y a mí, a comer un domingo en su casa de Portugal. A los postres ella me dirigió la siguiente pregunta: “Dice mi marido si le apetece una copa y que si prefiere güisqui o coñac, aunque tenemos muy buen Oporto, por su puesto”. No nos resistimos a hacerle la pregunta: “Perdón, ¿eso último del Oporto lo agregó usted?” “Pues no, claro que no, por supuesto”, respondió la mujer.

      Por último, un recuerdo de la también deportista olimpica, joven, guapa, en este caso parapléjica, que conducía su -preparado para el caso- automóvil y, para nuestro asombro, cuando el primer dia de tratamiento le propusimos el desafío de subir sóla a la camilla desde su silla de ruedas, aceptó y después de hacer que le bajáramos la camilla automática a su altura, apoyando su puño izquierdo sobre ésta y su mano derecha sobre el brazo de la silla previamente frenada, de un salto se plantó en medio de la camilla. Asi como de aquel empresario de la madera, también parapléjico, que acompañaba a sus trabajadores al bosque donde se talaban los árboles que eran objeto de su negocio, llegó a sentirse tan bien que daba órdenes desde su coche -tambien preparado para su coodidad- en pleno invierno, con la ventanilla abierta y naturalmente la calefacción del asiento puesta al máximo, tanto, que se quemó el culo sin enterarse.

      No obstante, en ningún caso como es obvio, “el otro” ha podido experimentar las mejoras que el paciente recibiera y, tal como dijéramos más arriba, en algunos, para colmo, el paciente no ha podido manifestar de forma clara su paulatino bienestar. A pesar de ello siempre (SIEMPRE) mereció la pena el esfuerzo realizado, tanto por unos como por los otros.
                                                            JLE y PR